miércoles, 24 de octubre de 2012

SHADOW OF ROME (2005)



El primer interés que mantiene Shadow of Rome son los combates en la arena. Al rebufo del éxito de Gladiator (Ridley Scott, 2000) y adelantándose a 300 (2006) cabría esperar que esto focalizase toda la atención y estuviésemos ante un título mediocre con distintos combates de gladiadores. Sin embargo, la apuesta es bien distinta y arriesgada. En primer lugar, hay un especial interés en que esos combates resulten lo más flexibles posible para que el jugador vaya aprendiendo sobre la marcha y creciendo como luchador, igual que el personaje.

El aumento de las habilidades da como lugar distintos combos cada vez más complejos y sangrientos, lo cual se agradece. Esa flexibilidad recuerda al magnífico Blade: The edge of Darkness (2001), si bien se queda por detrás. También tenemos la oportunidad de pedir ayuda al público y recibirla en función del espectáculo que estamos haciendo, un punto interesante que nos obliga a ser siempre lo más espectaculares y crueles posibles, lo que ya de por sí supone una lectura del medio muy inteligente.

La propuesta no se queda solo ahí y viene acompañada y salteada por una serie de misiones de infiltración que añaden variedad y que no están menos descuidadas, si bien no son tan impresionantes, así como carreras que no son el fuerte del juego. Eso le otorga cierta personalidad al juego, lo que culmina en una resolución de la historia que cualquier fan de la historia clásica apreciará como un guiño especialmente divertido. 

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